lunes, 14 de septiembre de 2015

Blogger on the road III (End of the trail)

Así es. Llega el fin de la ruta cargado de fotos y con demasiados kilómetros a cuestas pero sin haber comido tanto como hubiera querido. Es que si el viaje se enfoca en lo turístico...

Buffalo blogger
Buffalo wings
Uno de los filmes de terror que me provoca más aprensión es "28 days later". En los primeros minutos de la película el protagonista deambula por la ciudad de Londres totalmente deshabitada, con signos de haber sufrido una catástrofe. La situación luego se complica de una manera extraordinaria pero no les arruinaré el suspenso. Cuando llegué a la ciudad de Buffalo tuve la misma impresión. No había un alma en las calles, peor, ni siquiera había un auto circulando o un peatón esperando al bús. Felizmente apenas entro al hotel la cantidad de turistas discutiendo en la recepción me devuelve al  mundo real. Respiro con tranquilidad. Aparentemente no se ha producido un  apocalipsis zombie.

Apricot roasted turkey
Como no estaba con ánimos de husmear por "la zona fantasma" preferí cenar en el restaurante del hotel. Obvio que para comenzar elegiría las archiconocidas Buffalo Wings. No hay placer más grande que comer estas alitas con las manos para no dejar la menor brizna de carne. Si bien pedí la versión clásica el aderezo es fuerte por lo que el acompañamiento de verduras se hace necesario para rebajar la intensidad. Ahora sí puedo volver a Lima y visitar ese local que presume de hacer las mejores alitas. De "fondo" ordeno un Apricot roasted turkey (pavo ahumado, tomate, lechuga, cebolla roja con mermelada de albaricoque) Si algo me gusta de los sándwiches americanos es la cantidad de fiambre que le ponen, algo que nunca en visto en Lima. Lo que me sacó de cuadro es que se acompañaba con fruta picada ¿Fruta y cebolla cruda? No hay problema, como no tolero el sabor picante de la cebolla al natural termino prescindiendo de ella. Satisfecho, más no lleno, puedo irme a acostar. 

Al día siguiente me espera una de las mejores experiencias de mi vida pero eso corresponde a otra historia. ¿O a otro blog?

Harbour Bar queda en 120 Church Street, Buffalo.

American buffet
Vista del buffet
Cuando me avisan que la siguiente parada es para almorzar comienzo a divagar pensando en qué tipo de restaurante será el elegido. ¿Un  food court? ¿Un fast-food? ¿Un buffet? ¡Un buffet! Imposible. Hace meses que no consumo buffet a la hora de almorzar porque ya estoy hastiado de ver como me dan gato por liebre sirviendo platos recocidos y recalentados. Sin embargo, esta es una oportunidad de oro para hacerme una idea sobre la típica comida americana. Interesante, así como en el cine, uno paga para entrar al local y tiene derecho a comer y beber todo lo que uno quiera. Pequeño detalle, a diferencia de los buffets limeños las bebidas no se cobran aparte. ¿Algún día llegaremos a ese nivel?

Estación de platos calientes.
La estación de ensaladas no reviste ninguna novedad. Variedad de verduras frescas y cocidas con diferentes tipos de aderezos y toppings para que uno la prepare al gusto. Confieso que no pude resistirme a probar el aliño de blue cheese, decisión que terminaré lamentando más tarde. Ataco la estación de platos calientes y, por fin,  pruebo el famoso gravy, una salsa hecha con caldo de res, mantequilla y cebollas caramelizadas. Para los peruanos que estamos acostumbrados a bañar nuestra comida en salsas es el sueño hecho realidad. Yo me limito a seguir las instrucciones y la sirvo sobre el puré de papas, cuya blancura se debe al uso del sour cream. Todo esto acompañado de dos presas de roasted chicken que resulta un aceptable sucedáneo de nuestro pollo a la brasa.  ¿Pellejo crocante? Lo tiene. ¿Carne jugosa? Idem a la parrilla. Que falte la intensidad de nuestro ají panca y demás condimentos no le quita méritos en absoluto. Termino probando una cucharada de sus mac & cheese que se me antojan demasiado empalagosos para mi gusto.

Estación de tacos
Pero donde tuve que capitular fue en la estación de los tacos. Vine con toda la intención de armar un super taco con carne, salsa pico de gallo, queso cheddar y frijoles refritos pero cuando veo la salsa de carne con esos goterones de grasa pensé en el vegetarianismo como una opción válida para el resto de mi vida. Aunque se decepcionen algunos lectores no hubo espacio para postres. O al menos no me provocaba servirme helado de máquina, a diferencia del resto de comensales que estaban en su gloria sirviéndose tremendas porciones. Ni modo, un café (bien) americano sirvió para terminar este breve encuentro con la comida americana. Obvio que en un buffet no estarán en su mejor versión pero al menos para sacarse el clavo valió la pena.

Para saber más de esta cadena de restaurantes visiten su web: www.oldcountrybuffet.com


New York 2 - Blogger 0
Sí, tienen derecho a enojarse. ¿Otra vez en Nueva York y sin hacer una ruta gastronómica?

Nueva York, nos volvemos a encontrar
O esta ciudad no me quiere o los hados conspiran para que no hable de ella. Después de llegar al hotel luego de un agotador viaje por carretera no tengo la menor intención de abandonar la habitación. Por más que mi estómago gruña incansablemente. Peor aún, el hemisferio izquierdo de mi cerebro ejerce su dominio y me hace saber que a las 10 de la noche no estoy para recorrer aventuras. Igual tengo que comer algo diferente a las potato chips que, por muy artesanales que sean, al final no dejan de ser comida chatarra. Camino a media cuadra del hotel y encuentro un Deli, algo así como uno de esos mini market de grifo pero con un increíble surtido de productos frescos y envasados que ni en sueños tendremos alguna vez en Lima. Basta un ejemplo, encontrar los chocolates de Vosges Haut en la caja es un lujo inesperado. Me conformo con adquirir un Italian Sub (Salame, pepperoni, cappicola, provolone) y una botella de té natural Maple Leaf. Media hora después entro en el mundo de los sueños.

¿Otra vez un sub? Sí.
Al día siguiente el plan es visitar Central Park y luego el museo de Historia Natural. ¿Y los restaurantes, blogger? ¿Qué le voy a hacer? La vez anterior no pude visitar el parque de marras y no me iría sin una foto de recuerdo. Claro, luego de recorrer el parque de lado a lado me doy cuenta que encontrar el lugar adecuado para una foto es una misión imposible y, benditas sean mis Hi-Tech, sólo atino a coger un panfleto para informarme sobre los lugares más cercanos para comer. Odienme pero nuevamente termino en un Deli y comiendo un submarino. ¿Debo reseñarlo? No, la caminata me ha dejado tan cansado que sólo me importa comer lo más rápido posible para recuperar fuerzas. Sin embargo para un viajero que quiera economizar en comida y tiempo este tipo de lugares resultan un oasis. Al menos la trilogía de subs, té Pure Leaf y papas Kettle realmente me salvaron la vida.

4 comentarios:

Gabriela dijo...

Ahora que te leo, pienso que hace tiempo que no voy a almorzar a un buffet. Es algo que debo solucionar pronto.
El otro día pensaba qué poca oferta de chocolates tenemos. Mis recuerdos de niñez están llenos de chocolates ricos, de esos que compras por un sol en la bodega de barrio. Vienen a mi mente Golazo, Alí Baba, el Sorrento de verdad... mejor no sigo. Qué pena haberlos perdido.

Ruben dijo...

Creo que no es suficiente con unas alitas de hotel en buffalo para aventurarse a criticar las alitas locales jeje (consejo de un experto comedor de alitas)

Renzo dijo...

Estimada Gabriela

Así es, las golosinas peruanas están cada vez peor. Pura grasa, azúcar y colorantes. =(

Saludos

Renzo dijo...

Estimado Ruben

Si me dejas tu top three me ayudarías mucho a planear una aventura alada.

Saludos